lunes, 23 de septiembre de 2013

La Historia Rara del Chico Raro que le robó el nombre al amor. Parte 1: Casualidades Perfectas.


Marcos entró en mi vida como un huracán  que arranca tejados y lo deja todo desolado. Era de esas personas con magnetismo innato. Él movió los cimientos de mis convicciones, de mis ilusiones, de mi fe y de mi misma. Me traía ese aire nuevo que había ido dejando en relaciones que duran lo que dura lanzar una moneda al aire de la que siempre salía la cruz y cargaba de mentiras y frustraciones.
Había ido perdiendo la cuenta de los hombres con los que me vi en los asientos traseros de mi coche. Siempre sexo rápido. Siempre sin sentimientos. Vendiendo mi cuerpo, mis caricias, mis gemidos al mejor postor de esos sábados tristes, en los que después de ver cualquier pastelón de película, el primero que enlazaba dos palabras seguidas implicando algún tipo de contacto se llevaba el “sí”. Ellos venían cargados de oscuras perversiones, a las que yo accedía por la necesidad de evadirme de mi realidad. Y casi siempre terminaba sentada en la escalera al despedirme de ellos escuchando ese “ya te llamaré” llorando y deseando no sentirme una cualquiera mendigando cariño.
La primera vez que vi a Marcos yo paseaba al lado de uno de aquellos ligues esporádicos. La noche no iba demasiado bien. Como siempre yo hablaba demasiado, y él parecía tener su máximo interés en llegar a la parte final de aquel encuentro. La verdad es que no recuerdo de que hablaba cuando pasó por mi lado, rozándome sin querer. Fue uno de esos momentos eléctricos, que te dejan sin respiración, sin palabras, incluso sin vida si no fuera porque desde entonces sabes que él respiraba el mismo aire que tú…en algún lugar de aquella ciudad. Aquella noche me despedí sin dar ningún beso, y no sé realmente si aquella cita fue mal por aquel tío serio, por mí o porque tenía el deseo irrefrenable de salir corriendo y buscar a aquella persona de la que sólo toqué un centímetro de su piel…pero que pondría después mi mundo del revés.
Desde  entonces supe que tenía que encontrarle. No sabía su nombre, ni donde vivía, ni quien era…a veces incluso no sabía si era real. Pero el recuerdo del contacto de su piel me hacía darme cuenta de que si no lo encontraba, nunca iba a volver a sentir aquella descarga que el provocaba en mí. No supe hasta entonces que mi fe en el destino iba mucho más allá de lo que pensaba y sabía que aquel chico raro y yo nos encontramos como una casualidad, pero mi camino se ligo al de él sin yo quererlo, sin ser intencionado…como cuando se ligan los sentimientos con los de otras personas, sin que nos demos cuenta.
Estuve a punto de perder la esperanza cuando pasaron unos meses y nunca más volví a encontrarme al chico raro. Lo llamaba así porque no sabía su nombre, y porque supongo que la rara era yo y preferí traspasárselo a él hasta que supiera quien era.
 Y un día de esos que no tienen nada de especial. Que te despiertas con la intención de hacer lo mismo, de vivir lo mismo, de pensar lo mismo…llegó él.
Era fotógrafo. La segunda vez que lo vi tenía la cámara en la mano y una bicicleta al lado. Realizaba fotos en un puente que había cerca de mi casa. Era un día de septiembre nublado. El verano me había parecido el más frío que había pasado. Puede que los besos congelados en las madrugadas en las que no estaba sola habían contribuido a disfrazar aquellos días con un traje de invierno que amenazaba con quedarse el resto de mi vida.  Y allí estaba él…rodeado por esa energía eléctrica que tanto me atraía…era ese imán que reclama a otro, esa luz que me atrapaba como si yo fuera un insignificante insecto, y él el sol mas brillante que había visto jamás.

Y supe desde ese momento que quería pasar el resto de mis días con él.

No sé porque he escrito la Historia Rara del Chico Raro que le robó el nombre al Amor. Una mañana me desperté y ahí estaban enlazadas todas las palabras que contaban todo lo que me pasa con el, todo lo que me puso pasar, o todo lo que me pasará. Puede que Marcos exista, o puede que tan sólo fuera un sueño de una noche de insomnio. Puede que algún día lo encuentre, o puede que ya esté a mi lado. Tan sólo hay una cosa clara...es una historia de sentimientos, esos que creía que había perdido para siempre...así que Marcos me recordó que aún estaban...en alguna parte de mí...

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